American Football: la casa, el pasillo y el amanecer
Mi primer texto para Cluster fue sobre el increíble debut de American Football, que floreció y se estableció como uno de los álbumes icónicos del emo a pesar de la separación de la banda —Mike Kinsella (voz, guitarra), Steve Holmes (guitarra) y Steve Lamos (batería, trompeta)—. Al final mencioné que en los últimos años American Football no sólo se había reunido sino que también habían lanzado dos álbumes más en ese tiempo. Prometí que eventualmente escribiría acerca de esos nuevos discos y el día finalmente ha llegado, gracias a la sala de mi tía que, una noche de cuarentena, me gritó “éste es el lugar y el tiempo indicado para escuchar American Football”.
La sala se refería específicamente al segundo álbum de la banda, al cual me referiré como LP2 para evitar confusiones. Nunca había tenido un momento así con ese disco, así que inmediatamente me eché en el sofá y le puse play. No sé exactamente qué fue, pero LP2 me conmovió de una forma nunca antes vista y francamente nunca pensé que tuviera la capacidad de provocarlo. Causó que decidiera empezar de cero este texto, que ya había empezado y en el que había sido —ahora me daba cuenta— innecesariamente cruel con este segundo American Football. Yacía en el sofá, limitando mi actividad corporal a recorrer los cuadros en la sala oscura con los ojos, empapándome con la música. Cuando terminó, salí al balcón; en el frío y el silencio de la noche, con las luces de la ciudad reluciendo en las lejanas montañas que nos rodean, lo escuché hasta las altas horas de la madrugada.
Ese encuentro nocturno me hizo apreciar LP2 como no pensé que sería posible, pero no por ello olvidé que es un disco con muchas fallas y debilidades: sigo considerándolo el peor de la banda. Pero, ¿cómo podría no serlo? Incluso antes de mi reciente revelación ya pensaba esto. Había mucha emoción rodeando el anuncio y el lanzamiento del nuevo álbum, pero también mucho escepticismo. American Football es un clásico; puro, perfecto, intocable. ¿Le sería posible a la banda entregar algo digno de recibir su estafeta? La presión ha de haber sido enorme. Basado en algunas entrevistas, creo que Kinsella, Holmes, Lamos y Kinsella (Nate, el primo de Mike, se unió al grupo como bajista) lograron sobrellevar bien esa presión y crear el álbum sin preocuparse por su legado. Pero sí estaban conscientes de las expectativas, las cuales serían imposibles de complacer; digo esto porque LP2 parece un ejercicio y lo es: el primer intento de creación de un grupo de adultos que no habían hecho esto (ni tocar ni componer) juntos desde que eran jóvenes. Podría ser que sí veían a este segundo álbum como una suerte de obligación, un fracaso inevitable, y que lo mejor que podían hacer era quitárselo del camino lo más pronto posible, para realmente poder seguir adelante con libertad.
La banda reconoce la prisión que es el legado de su debut en la portada del disco. Nos han trasladado al interior de la ya icónica casa que adorna la portada de American Football, al espacio en el que se encuentran atrapados y del que están intentando salir. Están cerca de lograr su cometido: al final del pasillo de entrada, una puerta yace abierta y, aunque la otra permanece cerrada, sus ventanas permiten que entre la luz del exterior. Casi llegan, casi abandonan el hogar, casi logran ser libres. Es una alusión simple pero efectiva y creo que es una forma de autorreferencia que le permite al álbum establecer una narrativa que se aleja del legado de su antecesor.
Desafortunadamente, aunque también intentaron distanciarse a través de su música, no es un intento tan exitoso; la banda claramente no buscaba recrear su debut, pero no lograron alejarse lo suficiente de ese punto de comparación. Las canciones en general carecen de brillo, se sienten como una interpretación cansada del primer American Football: los instrumentos no precipitan la misma reverencia; la música no ocasiona el mismo asombro; la letra no inspira la misma compasión. Pero LP2 sí tiene su propia magia; sólo reluce a momentos y no es tan aparente, precisa paciencia para descubrirla, pero sí está ahí: está en las guitarras lentas y relucientes con las que abre “Where Are We Now?”, la primera canción nueva de American Football en dieciséis años; está en la batería sincopada del final de “My Instincts are the Enemy”; está en el hermoso comienzo de “I Need a Drink (Or Two or Three)”, en el que una guitarra y una trompeta emergen lentamente del silencio como un sol naciente del horizonte; está en la trompeta somnolienta que une los coros y versos del cierre, “Everyone Is Dressed Up”. Hay otros, pero éstos son mis favoritos, y aunque me encantaría amarlo todo, me siento satisfecho con estos fragmentos; LP2 lo intentó, pero tenía al mundo en su contra.
Recuerdo que estaba caminando de CU a mi casa cuando me enteré del futuro lanzamiento de American Football (ahora estoy hablando del LP3): iba sobre el circuito, a la altura de odontología, y vi el anuncio en Instagram. Escuché “Silhouettes”, la primera canción del nuevo disco, hasta que llegué a mi casa. Estaba asombrado y muy feliz porque, basado en la única evidencia que tenía, American Football había logrado salir de la sombra aplastante de American Football. Desde la portada —realmente, qué recurso más maravilloso y tan bien utilizado— lo gritan: un cielo de invierno al amanecer, teñido de rojo, reflejado en la neblina que cubre la superficie del suelo; un espacio completamente abierto, sin límites; una libertad desencadenada, un nuevo comienzo. Además, por primera vez la imagen ocupa la totalidad del espacio de la portada: las franjas blancas que enmarcaban a la casa y al pasillo han sido suprimidas, toda limitante del pasado ha sido suprimida. Pero lo más impactante fue que con LP3 la banda logró algo que con su predecesor había fallado: el mensaje de la portada sí se ve reflejado en la música.
A pesar de todos sus intentos de alejarse del debut, LP2 nunca logró encontrarse, especialmente en términos de dinamismo; en demasiados momentos, el cuarteto no se ha dado otra opción más que tratar de recrear la energía y la intención de sus yos de 20 años, y ésa es la razón principal por la que languidece ese álbum. LP3, desde las primeras notas del glockenspiel con el que abre “Silhouettes”, se siente completamente distinto. Llamarle una reinvención sería exagerar, porque el núcleo de American Football siempre ha sido el mismo, nunca se ha ido, pero aquí se siente revitalizado; no se trata de una reencarnación, sino de un segundo aliento permitiéndoles llegar a lugares distintos. American Football en el 2019 es una banda distinta y su creación logra pararse, mantener el equilibrio y caminar sin la ayuda despótica de su predecesor.
Nunca habían tenido la confianza que tienen ahora, lo cual no se nota sólo en el dinamismo nuevo de la música —el cual hubiera hecho maravillas para las canciones del 2016—, sino también en los elementos hasta entonces ajenos a la banda que deciden incluir en esta versión de American Football. Ya mencioné al glockenspiel, cuyo sonido brillante encaja tan bien con las guitarras, realmente las enaltece, pero también hay un coro de niños al final de “Heir Apparent” y funciona de forma increíble; son elementos que tres años atrás hubieran sonado completamente fuera de lugar y desagradablemente cursi, tal era el estado de la banda. También —y esto es lo más sorprendente— tres de las canciones cuentan con la participación de artistas externas a la banda, el famoso feat. Elizabeth Powell de Land of Talk (“Every Wave to Ever Rise”), Hayley Williams de Paramore (“Uncomfortably Numb”) y Rachel Goswell de Slowdive (“I Can’t Feel You”) aportan su talento vocal para agregar un nivel de emoción al que la banda no tendría acceso de otra forma; Williams en particular es esencial para explotar el potencial emocional de su canción.
En cuestión de realización emocional, posiciono a LP3 en segundo lugar en la discografía de la banda. Mientras que American Football contiene letras honestas con ingenio juvenil acompañadas de música cautivante que se combinan para crear momentos poderosos de catarsis, LP2 tristemente falla en capturar estallidos emocionales de comparable hermosura; como mencioné, la música carece de dinamismo en general, entonces incluso los momentos que no son arruinados por un verso incómodo de Kinsella (como «For you, I’ll remain / Chained to the bed we made / But I get to choose your lingerie» en “Desire Gets in the Way” —ugh, qué ñáñaras— o «Everybody knows that the best way to describe the ocean to a blind man is to push him in» en “Everybody’s Dressed Up”) no llegan a las mismas alturas a las que la banda nos había acostumbrado. Pero en LP3 la música tiene una cualidad nueva —un esplendor maduro con el que logran suscitar una reacción distinta pero igual de fuerte que con el esplendor juvenil de 20 años atrás— y cada momento de catarsis es grandioso; incluso logra hacer irrelevante cualquier línea cursi que todavía se le haya escapado a Kinsella.
Así que, aunque American Football no es un American Football nuevo (nunca podrán crear un American Football nuevo), definitivamente enmienda muchos de los errores que la banda cometió en American Football. Los cambios estilísticos que implementaron en LP3 no sólo lograron distanciarlos de su debut, sino que les están permitiendo expresarse con confianza de nuevo, cosas que no consiguieron con LP2. En el 2017 les hubiera dicho que decidir componer música nueva era un gran error, porque claramente ya no tenían esa chispa con la que habían moldeado uno de mis álbumes favoritos de la vida; sin embargo, ahora, espero con ansias el siguiente lugar al que nos llevará la banda.
American Football (2016)
Canciones favoritas: "Where Are We Now?", "Everyone Is Dressed Up"
Menos preferidas: "Desire Gets in the Way", "Give Me the Gun"
American Football (2019)
Canciones favoritas: "Silhouettes", "Uncomfortably Numb", "Heir Apparent"
Menos preferidas: "I Can't Feel You"
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