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Cluster Top 2020

Actualizado: 31 dic 2020

Es casi inevitable llegar a finales de diciembre y no mirar hacia atrás; rememorar nuestras vivencias favoritas de los últimos 365 días es casi un imperativo para encarar el año próximo con entusiasmo y con el alivio que propicia la sensación del borrón y cuenta nueva. El 2020 fue un año como ningún otro en tanto que caótico, terrible y extremadamente difícil de sobrellevar. Frente a este panorama, el 2021 llega acompañado de cierta esperanza, pero la situación no va a desaparecer de la noche a la mañana. Por suerte tuvimos, tenemos y tendremos a la música, que es sin duda uno de nuestros pilares para soportar la angustia de un año catastrófico. La pandemia nos arrebató los conciertos, pero lxs músixs del mundo no dejaron de crear música. Este 2020, quizá con más prisa que antes, ansiábamos los lanzamientos de los álbumes que nos acompañarían durante el confinamiento.

Para celebrar esa melomanía casi compulsiva, hoy les traemos los 25 álbumes favoritos de Cluster del 2020. En este listado les compartimos los discos que fueron más importantes para nosotrxs; los álbumes que, por una u otra razón, nos fascinaron. Coincidan o no con nuestras elecciones, esperamos que encuentren en este ranking algo que les llame la atención y, con suerte, algo que lxs impulse a escuchar nuestras propuestas.


(incluimos un enlace a la música en el título de cada álbum)


¿Me ofende un poco que este álbum se encuentre hasta el final de la lista? Sí, claro. ¿Creo que mis compañeros de revista fueron poco atinados con su rating? También es cierto. Peach Pit regresó este año con un álbum que, aunque no es tan bueno como Being so Normal, merece un lugar en esta lista de grandes creaciones. Es una excelente compañía para una caminata con sana distancia, y un excelente soundtrack para un buen baño. Además, las canciones están acompañadas de lindos videos —recomiendo particularmente el de "Shampoo Bottles", mi canción favorita de todo el disco—.


Al escuchar Vecinos psicodélicos por primera vez, no pude evitar la consternación; y es que, más allá de las apariencias, el disco es magníficamente agobiante: una agonía pintoresca atraviesa las guitarras y los coros con ternura, caer en el arrobo más tétrico es la trampa irresistible que se tiende en este álbum. A lo largo de sus 15 temas, Vecinos psicodélicos empapa el ambiente de un rosa siniestro que embelesa al mismo tiempo que preocupa. Me atrevo a decir que, sensorialmente, escuchar el disco entero es lo más cercano a ingerir un algodón de azúcar putrefacto —en el mejor de los sentidos, por supuesto—. La atmósfera alucinógena se nutre de la psicodelia clásica del rock y (¿por qué no?) de la fascinación por la filmografía de Alejandro Jodorowsky. En general, este disco debut de Duck Fizz retoma lo que habían logrado con sus EP’s anteriores (es decir, consolidar el atractivo de su base alt-rock/indie-pop) y, además, añadirle un nuevo sazón con capas de sonido coloridas y pasajes llenos de movimiento. Aunque las influencias del grupo siguen siendo demasiado transparentes, Duck Fizz nos deja ver y oír con este disco la evolución de una voz propia cada vez más fuerte e interesante.


Me parece que la característica más sobresaliente de Saint Cloud —el quinto álbum solista de Katie Crutchfield bajo el nom de plume Waxahatchee— es la confianza que emana de él sin descanso por 41 minutos. Es una confianza que lleva dos años gestándose, desde que renunció al alcohol y comenzó a escribir estas canciones. No trata de forma directa su adicción o su camino hacia la sobriedad en ninguna de las pistas, pero transmite los efectos positivos del cambio en su vida a través de canciones sobre el amor propio, la aceptación y el perdón. Krutchfield combina de la forma más exitosa el folk que definió sus primeros lanzamientos como solista con el indie rock que integró en sus últimos dos álbumes, reforzando esta combinación con una base magnífica de Americana y country alternativo que acercan a la artista a sus raíces sureñas: el resultado es el mejor álbum de su carrera.


Las expectativas son difíciles de manejar. Igualar las grandes obras previas nunca será sencillo; los logros anteriores se convierten en fantasmas que pueden llegar a sentirse como lastres creativos. Después del impecable Get to Heaven (2015), Everything Everything sintió estos lastres y se hizo notar con el francamente decepcionante A Fever Dream (2017). Era entendible que me sintiera escéptico con su regreso, pero sobra decir que Re-animator "reanimó" el amor que le tengo al cuarteto inglés (get it? Re-animator... reanimó. Brillante). Mi gran problema con A Fever Dream es que le faltaba esa energía hiperactiva tan característica del grupo. Siempre han sabido cuándo y cómo acelerar el ritmo de un disco y llevarlo a un punto de ebullición para después moverte el tapete y colapsarlo. Re-animator explora nuevos panoramas sonoros, pero mantiene ese estilo, ese carisma en las letras y los instrumentales, complementado con momentos de absoluta intimidad, los cuales no se sienten emocionalmente baratos, sino más bien como espacios de sensibilidad ganados a pulso. Sin ser perfecto, el disco reposiciona a Everything Everything como uno de los actos más innovadores en la escena del nuevo movimiento de rock inglés.


En un tono muy distinto al habitual, la agrupación peruana opta en este disco por un registro mucho más experimental, colmándonos de melodías alegres y featurings con otros artistas latinoamericanos de propuestas musicales variadas, que le agregan su propio toque a cada canción mientras mantienen una misma línea estilística. En el álbum hay temas muy variados bajo el común denominador de las temáticas de actualidad, que a su vez encajan a la perfección con los timbres sintéticos (sampleos, auto-tunes, etc.) que adornan cada canción. Latino-urbano y colorido, con una pizca de psicodelia; así es como lo describiría.


Retomando lo que dije sobre las expectativas en el disco de Everything Everything, si el cambio entre Get to Heaven y A Fever Dream fue drástico, entonces la caída entre los primeros discos de Gorillaz y dos de sus últimos tres —entre ellos Humanz (2017) y The Now Now (2018)— es abismal. Lo único que se compara con mi afición por Gorillaz es la absoluta decepción de Humanz. Humanz es lo peor que le ha pasado a la humanidad en los últimos años. No sólo musicalmente. Es terrible y lo odio. Habiendo dicho esto, Song Machine: Season One, Strange Times: A Star Wars Story, es lo que me imagino que Albarn quería con Humanz, sólo que ahora no fracasa espectacularmente. Poco a poco voy perdiendo la esperanza de un nuevo disco de Gorillaz y no de Gorillaz and co. Damon parece estar contento con prestar el nombre de Gorillaz a una curaduría de artistas variados y darles un marco bajo el cual puedan trabajar juntos. No sé en qué otro contexto leyendas como Robert Smith, Elton John y Peter Hook podrían compartir un disco con artistas contemporáneos como slowthai, JPEGMAFIA y Octavian. Es un popurrí extraño que no debería funcionar, pero funciona y, aunque me entristece la idea de no volver a escuchar un Demon Days, me alegra que Gorillaz corrigió su curso y que, una década después de Plastic Beach, pueda volver a disfrutar su música.


Funky Fresco es un disco colaborativo de dos de los raperos más respetados de la escena del hip-hop venezolano y, por ende, del rap latinoamericano. En esta nueva entrega, Akapellah y Lil Supa se dedican a lucir su flow y sus skills sobre un interesante repertorio de ritmos, que van del boom bap al trap, ambos llenos de matices y diferentes enfoques sonoros: “Ímpetu” abre el disco con una instrumental que nunca deja caer el bombo caja y, en cambio, se limita a sostener una progresión sintetizada con amagues de snare y clap para dejar brillar al juego de voces; “Scape”, “Funky Fresco” y “La Chamba” son tres tracks de trap que hacen sobresalir con poderosos hooks el spanglish de ambos MC’s y su variedad de flows; “Medianoche” rompe con los beats anteriores emulando las bases al estilo de The Weekend, con reminiscencias del synth pop y el new wave; “Toda la noche” continúa con la estética retro: sobre una instrumental entre la música disco y los west-coast-dreamy-synth tracks, el ‘Pellah y Lou Fresco incursionan, aunque con bastante humor, en la música romántica; con “Próceres”, “Cheke” y “Brinca” entramos al glorioso territorio del boom bap: la primera y la segunda nos brindan poco más de 7 minutos de placer con old school beats, mientras que “Brinca” cierra el álbum con casi 3 minutos de un bombo-caja más acelerado. El disco, en general, entrega todo lo que uno podría esperar de dos rappers consolidados: buenas barras, instrumentales que ceban y, oh sí, tracks enteros del ego trip más auténtico.


Ya escribí sobre folklore en una entrada pasada, he hablado sobre este álbum con la mayoría de mis amistades y lo he escuchado más veces de las que me atrevo a admitir. Mi canción más escuchada del 2020 fue “this is me trying” con un número de reproducciones vergonzoso. Taylor Swift llenó el 2020 de canciones mágicas y dignas de ser escuchadas mientras disfrutas de una fogata acogedora; se trata de un álbum repleto de historias que están ligadas a su discografía completa y permiten que el mundo entero note lo que todxs lxs fans de TS ya sabíamos: Taylor Swift es excelente.


17. Shore // Fleet Foxes (22/09/2020)

Se me ocurre una analogía bastante adecuada para describir las canciones de este álbum: son como la sensación de tomar un tecito caliente cuando tienes dolor de panza. El disco es una mezcla excelsa de lo acústico y lo eléctrico, del indie rock y el folk, con letras que son como poemas dulces que escribirías mientras observas el vaivén del mar desde la costa; las características melodías del álbum son como pequeños corales, llenas de contrapuntos preciosos. Shore es un eslabón más en la cadena de la historia de la banda, que se actualiza mientras logra mantener una voz tan distintiva.


16. Circles // Mac Miller (17/01/2020)

Un amigo mío muy fan de Gorillaz atacó mi fijación por este álbum diciendo que, de no haber muerto Mac, este disco ni siquiera figuraría entre los últimos lugares de nuestro top. Desde luego, la condición póstuma de esta obra no puede dejarse de lado; la muerte es un suceso demasiado evidente como para ignorarlo y, ciertamente, colabora en la construcción de ese aura de importancia en la discografía de un músico que, de por sí, ya se había consolidado en la escena del hip-hop/R&B norteamericano. Mi amigo, aunque un tanto precipitado y reduccionista, no estaba del todo equivocado; después de todo, no es la primera persona —y seguramente tampoco será la última— que me tilda de sentimentalista. Sin embargo, me parece que el álbum trasciende esta primera impresión: la producción es magnífica y las letras y las composiciones instrumentales se sumergen en el estado emocional de Miller; las canciones traslucen una pesadumbre complicada, un cansancio no muy optimista, aunque colorido. En general, pienso que Circles reafirma las cualidades líricas de Mac, su entrega musical y su capacidad de cristalizar, continuando con su desarrollo cantautoral, la sinceridad de sus apreciaciones íntimas.


Creo que hay veces en las que unx necesita sentirse poderosx, sentirse invencible y, al menos por un momento, creerse el personaje principal de una gran película. There's Only Being Yourself me hace sentir así. “Jane” y “Pretend” causan magia en mi interior, “Mariposa” es ideal para sentirte *cool* un ratito, y “I Need Love” es el sentimiento de dejar de llorar porque ya estás listx para ser imparable capturado en 4:27 minutos de genialidad. Éste es el primer álbum del conjunto, y una de mis verdaderas motivaciones para el Año Nuevo es ver qué hacen después <3.


Definitivamente el disco del que más se me dificulta escribir. Podría alabar la fusión pop-disco que evoca a Donna Summer en Macarthur Park o a las mejores canciones de Jamiroquai, pero aún con más funk. Ya se ha comparado el álbum con lo mejor del dance y el disco, con Diana Ross y Pointer Sisters, pero también aparecen rastros de Chaka Khan, The Supremes, Lonzo Wrecking Crue y... ¿Metronomy? Esto es justo lo que me molesta de escribir sobre Whats Your Pleasure? Es difícil hablar de lo bueno que es sin traer sonidos del pasado, pero el disco es mucho más que un simple pastiche. Retoma el disco y el funk, con todo y la figura de la diva, pero no se queda en las nostalgias. ¿Qué tan difícil es que un artista pueda encapsular la historia sonora de un género y, al mismo tiempo, explorar los límites del mismo, llevándolo así a un nuevo horizonte? Tal vez el último en lograr una fusión de este tipo fue Kendrick Lamar. ¿Es ésta la respuesta disco a To Pimp A Butterfly? Puede ser. Definitivamente uno de los mejores álbumes del año y uno para los anaqueles, no sólo del dance, sino de la música en general.


Frances Quinlan lleva 15 años haciendo música increíble bajo el nombre Hop Along, primero como solista y luego como parte de una banda; Likewise es el primer álbum bajo su nombre, una suerte de segundo debut. ¡Y qué buena impresión da! Aunque contiene los mismos elementos de ternura, sueños y autoconocimiento en sus letras, Likewise no suena a nada de lo que Quinlan ha hecho previamente: la centralidad de la guitarra y la energía casi punk que caracteriza su trabajo con Hop Along están casi ausentes, especialmente en las canciones acústicas. Aquí y ahora, Quinlan se da la libertad de incluir otros instrumentos —cuerdas, autoarpa, sintetizadores y otros sonidos electrónicos— para crear una paleta sonora completamente distinta que favorece los arreglos más amplios, calmos y sutiles con los que rodea a su magnífica voz (incluyendo un cover increíble de “Carry the Zero” de Built to Spill, completamente distinto a la original). La portada —un hermoso autorretrato en acuarela— refleja esta característica de la música: con menos desorden a su alrededor, la esencia interior de Quinlan destaca con un enfoque más claro.


Ultimate Success Today confirma mis sospechas de que Joe Casey, vocalista de Protomartyr, es un vidente, un verdadero profeta. En el quinto disco de la agrupación de Detroit, el tono de Casey es pesimista, casi apocalíptico, mientras canta sobre enfermedades desconocidas y brutalidad policiaca; claramente el fin del mundo lleva tiempo acechándonos, pero incluso así el grado de exactitud en las letras de Casey es un poco insólito. Musicalmente, Ultimate Success Today es notoriamente distinto a sus predecesores, reflejando el tono de la letra en canciones más lentas, oscuras y agresivas, asistidas por inquietantes líneas de saxofón y clarinete. Por quinto álbum consecutivo, Protomartyr ha creado una obra maestra más, arte inédito, fascinante y, más que nunca antes, dolorosamente consciente del estado actual del mundo.


2020 marcó la primera vez en ocho años y cuatro discos que The Mountain Goats no lanzaron un álbum conceptual; de hecho, también marcó la segunda vez. La banda lanzó Songs for Pierre Chauvin en marzo, y meses después sacaron Getting Into Knives. Si bien el primero es un regreso a su material temprano, grabado en boombox, el segundo es otro exitoso paso hacia adelante; la banda nunca había sonado así. Sin la ayuda de un tema general que sirviera de base para las composiciones, era claro que cada canción tenía que ser una gema, tan efectiva por sí sola como en la secuencia prevista del álbum; y sí, John Darnielle y compañía le dieron al clavo con una certeza impecable. Apoyadas de una producción impecable que presenta cada elemento sonoro con una calidad hermosa, estas 13 canciones son de las mejores en la larga carrera de The Mountain Goats y con ellas anticipan triunfalmente su trigésimo aniversario de existencia.


10. Calambre // Nathy Peluso (02/10/2020)

Me gusta cuando la música —o cualquier cosa, realmente— me hace mover mi cuerpecito, y Nathy definitivamente lo logra, literalmente todo el tiempo durante los 40 minutos que dura este álbum. Siguiendo esta tendencia que existe entre los músicos actuales, Calambre retoma una gama amplísima de ritmos y géneros que claramente componen al personaje público que Nathy ha construido a lo largo de su carrera. De Argentina a España, encontramos en todas sus canciones los rasgos que ha apropiado de cada cultura: desde sus raíces andinas y latinas, que se reflejan en pequeños guiños en sus melodías y videos, o en una que otra salsa o reggaetón sucio +18, hasta la influencia urbana-española de los medios en los que se ha movido durante su etapa adulta, con R&B’s y jazzecitos suaves y acompañamientos funkysones y, por supuesto, tracks de rap llenos de poderosas rimas. Es un álbum multifacético, empoderador, femenino pero fuera de estereotipos, caliente, sensual, burdo, irónico, sensible y honesto.


9. Man Alive! // King Krule (21/02/2020)

En su tercera publicación discográfica, el joven pelirrojillo inglés regresa para mostrarnos un lado que no habíamos escuchado antes, una nueva voz con mayor inclinación hacia el post-punk. A lo largo de las 14 canciones del disco, pasamos por todo un viaje de emociones que, sin embargo, resulta al final completamente lógico y pensado; cada canción parece perfectamente hilada en sí misma y con el resto: comenzamos en un ambiente tenso, casi espeluznante, como el diario de un adolescente deprimido, lleno de rayones desesperados, gritos y críticas angustiantes; tras este arranque ciertamente pesado y difícil, entramos a un ritmo que se va tranquilizando, casi melancólico, equiparable al sentimiento de tener un nudo en la garganta sin razón aparente; finalmente, en una crudeza tan real, tan contraria a las narrativas esperadas, el álbum termina en una serenidad tristísima. El mood se resume con más claridad en los videos que Krule ha compartido sobre algunas de sus canciones, con una producción de tan excelente calidad como la del álbum.


8. Sfumato // Taro (28/02/2020)

Hablar de nostalgia y de Suiza en una misma oración es casi un oxímoron virtuoso: resulta difícil de imaginar que en la tierra de los chocolates costosos, los quesos gourmet, los paisajes alpinos de tarjetas postales y las cuentas de banco multimillonarias, podría existir un ápice de insatisfacción. Y, sin embargo, esa nostalgia aflora en Sfumato con un esplendor ronco y grisáceo equiparable al de Tom Waits. El disco es un verdadero deleite: la banda fusiona portentosamente el opaco imaginario del alt-rock con las atmósferas de sonido propias del post-rock; además, el grupo echa mano de una que otra cadencia o arreglo jazzero para culminar la exquisitez de sus canciones. Cada instrumento aporta lo mejor de sí y se conjuga con sutileza en el desteñido movimiento de una melancolía demasiado elegante, casi sensual. Para terminar de una vez con este elogio (podría seguir y seguir), diré que, a lo largo de sus 8 pistas, el álbum propicia una tristeza climática, un éxtasis de días nublados que encuentra en la soledad y la lluvia su calor vital.


Hace unos meses escribí una reseña sobre el grandioso Víkingur (en todo el sentido de la palabra, porque creo que además es bastante alto y tiene ~manotas~). Hablé sobre toda su discografía como solista y su propuesta interpretativa, que realmente le hace honor al nombre de su oficio. Pero es que Debussy-Rameau va todavía más allá de todo esto. Ólaffson conectó con los compositores de una manera que me hace sospechar de sus poderes como médium. Con este álbum es con uno de los que más he logrado sentir esta capacidad particular de la música de comunicar mensajes tan claros y a la vez tan abstractos que superan a la palabra. Claro, una gran parte del mérito va a los compositores, pero la manera en la que las piezas están mezcladas entre ellas, en la que logra juntar dos voces aparentemente tan distantes, me parece excepcional y, como mencioné en la reseña anterior (véase: Piano (Islandia + colores) = Víkingur Olaffson), demuestra una capacidad de entendimiento que sólo se puede percibir con la transparencia y claridad de su música.


6. BREACH // Fenne Lily (18/09/2020)

Hace un par de años compartí el primer álbum de Fenne Lily, On Hold, con mi mejor amiga. Su respuesta fue la siguiente: “Fenne Lily crea un universo con sus palabras”; en BREACH, esa impresión es igual de acertada. ¿Cómo es posible ignorar un álbum con una canción titulada “I Used To Hate My Body But Now I Just Hate You”?Es imposible, es demasiado poderoso. Fenne Lily escribe sin pena, describe sensaciones que persiguen la mente de todxs y las plasma en un elemento auditivo que te abraza el corazón. Te quiero mucho Fenne Lily, te mando saludos.


La discretamente perversa portada del último disco de clipping retrata con una preocupante precisión la oscuridad de los sonidos que el trío de hip hop experimental propone. Inspirado de igual manera por actos de rap independientes, así como películas de terror de los noventa, visions of bodies being burned alcanza niveles de ominosidad y paranoia que sólo evocan personajes como Pinhead o Candyman. De la misma forma, el proyecto termina de colocar a la figura de Daveed Diggs (miembro del elenco original de Hamilton) como uno de los personajes líricamente más potentes de los últimos tiempos y uno de los escritores más creativos del comienzo de la década. Pero esto no ocurre sin la presencia demoniaca de los beats de William Hutson y Jonathan Snipes. El ritmo impecable de Diggs, entremezclado con la producción de Huston y Snipes, resultan en uno de los proyectos más putrefactos, pulverizantes y primitivos del año.


Es difícil describir todo lo que es Home for Now, pero creo que son momentos capturados en canciones. “Cassette Beat” es caminar de un cuarto a otro rodeada de desconocidos en una fiesta; “In my Arms” es regresar de casa de tu novia y elegir pasar por el segundo piso para ver el sol de las 5pm; “Jalisco” es manejar de noche y pensar que no está tan mal estar vivo. El primer álbum del dueto londinense es la perfecta compañía para pensar en pequeños momentos que te recuerdan lo lindo que es ser un humano en la Tierra. ¿Esto fue un poco extremo? Quizás. Pero en verdad creo que es el mejor álbum de este año y uno de mis favoritos de toda la vida.


Los Strokes tienen esta capacidad extraña de ser endiosados por el tipo de gente que cree que Slash es el mejor guitarrista de la historia, pero, a la vez, ser subestimados por los que sólo escuchan neo-post-trap-feminista-gregoriano. En mí se han vuelto casi un gusto culposo, uno que tengo que esconder de los amigos con los que voy al Nrmal, pero que tampoco comparto del todo con mis compañeros del equipo de fut de los sábados. Pero éste no fue siempre el caso. Érase una época cuando Is This It se trataba merecidamente como uno de los discos más importantes de los 2000. Pero el tiempo, así como la grosera obsesión de las estaciones radiofónicas por canciones como “Last Nite” y “Reptilia”, erosionaron la percepción del grupo. Parecía que el mundo había superado su fijación por esas canciones preciosamente simples y pegadizas (si bien la simpleza de las letras de Julian siempre ha escondido una oscuridad latente), pero The New Abnormal nos recordó que el que sabe, sabe, y si hay algo que los Strokes saben hacer, es escribir música. El disco es lo suficientemente familiar para ser disfrutado por los que ya conocen el estilo strokesiano, pero no teme ser experimental con canciones más largas y musicalmente complejas, rayando en ocasiones en un synth pop melancólico evocativo de MGMT o Tears for Fears. Es un gran regreso de los neoyorkinos. Ah, y “Selfless” es la mejor canción del 2020, fight me.


Cuando Phoebe Bridgers lanzó “Garden Song” —el primer sencillo de su segundo álbum, Punisher— en febrero, la mayoría de nosotrxs no podíamos anticipar la situación francamente desesperanzadora que viviríamos por el resto del año. Podría parecer que Phoebe sí, porque cuando Punisher finalmente salió, después de lo que pareció una espera eterna, a mediados de junio, le cayó como anillo al dedo a tanta gente, al grado que realmente me parece in-creíble. Es un álbum emocionalmente aplastante, pero al mismo tiempo es profundamente revitalizante, catártico; utilizando su dulce y melancólica voz, las hermosas composiciones y la producción hechizante, Phoebe destila una esencia emocional que permanece en unx incluso cuando la música termina; no dejas de pensar en ella, ansías regresar por más. Punisher es una obra de arte maravillosa en parte por su fuerza emocional, pero también lo es simplemente porque en cuestiones musicales es excelente: en la calidad de las canciones, su ejecución y el ambiente que crea. Phoebe establece una penumbra inquietante, propone el fin del mundo pero lo encara al final rodeada de sus amistades y gritando con todas sus fuerzas; es reconfortante saberse acompañadx, de alguna forma, en estar jodidx pero intentando sobrellevarlo todo.


El nuevo proyecto del guitarrista prodigio, Joe Bonamassa, reúne en su más reciente entrega a Anton Fig (batería), Michael Rhodes (bajo), Reese Wynans (tecladista) y a John Jorgenson (segunda guitarra) para ensamblar un maravilloso homenaje a Danny Gatton, antiguo maestro de Bonamassa. Con un exquisito despliegue de blues, rockabilly y jazz, la agrupación reivindica en poco más de media hora el legado musical de sus inspiraciones con una ejecución interpretativa pulcra y enérgica. El álbum abre con “Fun House”, una entrada impactante que recuerda, de alguna manera, a los momentos climáticos y festivos de Broadway, hasta que Wynans irrumpe con los acordes de su clásico Hammond, esclareciendo el sustrato bluesero de la pieza. El disco sigue con “Move”, un swing cuyo arreglo inicial remite a los pasajes melódicos de Ruth Underwood con Frank Zappa and The Mothers of Invention. A partir de “Ha So” inician los guiños a la cultura pop: la pieza, una alegre y entusiasta incursión en el surf, da paso a aquel motivo musical “típicamente” asiático. El icónico motivo de James Bond se retoma en la siguiente pista, misma que da paso a la distorsión guitarrística y, con ello, al incontenible virtuosismo de Bonamassa. “Blue Nocturne” prepara el cierre del álbum con un delicioso slow blues acompañado de texturas a la Santo y Johnny y, por último, el disco clausura con “It was a very good year”, de Frank Sinatra, que desemboca en un romántico sosiego. No sin ironía, casual o intencional, esta última pieza marca el fin de nuestro álbum favorito del 2020, año que, quizá, fue catastrófico en todos los sentidos, salvo por una que otra joya musical.

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