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Foto del escritorEr Yáñez

Cry Hard, Dance Harder: una retrospectiva de After Laughter

Actualizado: 1 jul 2022

Durante una entrevista con Zane Lowe [1] publicada en vísperas del lanzamiento de After Laughter (2017), Hayley Williams habla sobre cómo el álbum nació de un momento incierto en el que el futuro de la banda estaba pendiendo de una cuerda floja que acentuaba las peleas entre miembros, las amistades destrozadas y los amores ciegos. La crudeza de la realidad entorpeció los mecanismos creativos de Hayley, tornándola incapaz de escribir letras que se sintieran sinceras como el resto de las canciones de Paramore; canciones con la capacidad de ir más allá de lo que el álbum homónimo de cuatro años atrás había logrado.

Desde el inicio de la década, hasta un año antes de la publicación de After Laughter, Hayley Williams se mostró siempre optimista ante sus circunstancias de crisis, particularmente las salidas de la banda de los hermanos Farro en 2010 y del bajista Jeremy Davis en 2015. A todo supo verle el lado positivo, como un mal libro de superación personal que se vende muy bien por lo llamativo de sus casos de éxito y testimonios manipulados, recordándote, siempre con una sonrisa de dientes afuera, que todo va a ser mejor. Sin embargo, durante el mismo año, el performance de lo positivo culminó en un lapso de unos meses donde el único miembro de Paramore era el guitarrista Taylor York. Así, conociendo ambos extremos, Hayley, junto a Taylor y Zac Farro, que había vuelto para grabar la batería del entonces anónimo quinto álbum de Paramore, encontró un espacio intermedio en el cual plantar las semillas de su mejor trabajo hasta ahora, tratando esas emociones que aún no terminaban de ser procesadas.

En su momento, After Laughter llegó como la luz al final de un túnel completamente oscuro, un respiro vital en pleno ahogamiento por no saber nadar. Y si bien hay niveles de oscuridad que llegan desordenados y sin avisar, lo que hizo Paramore hoy sigue siendo una posibilidad: ponerle un punto y aparte a las más grandes oscuridades.

Mientras se me caía el mundo y me agotaba por pretender ser alguien que no era, Hayley Williams extrajo mis pensamientos con doce canciones, brindándome las respuestas necesarias para rescatarme. La más importante de ellas fue aprender que estar mal también es estar y es tan válido como estar bien. After Laughter me dio la oportunidad de bailar, saltar, gritar, cantar, sentir e incluso llorar como nunca antes lo había hecho; me dio el vocabulario y el ritmo para detenerme finalmente a decidir por y para mí. El álbum escribe una nueva versión del mundo en la cual está permitido sentirlo todo, dejarse llevar para reconocerse en el dolor, el enojo y también la felicidad; tener conciencia de que estar mal está bien, porque todo es parte de un mismo camino.

Como introducción, “Hard Times”, desde su lírica autorreflexiva y sonido que recuerda a los Talking Heads, sedimenta las bases de esta nueva etapa de autoconocimiento. “Rose-Colored Boy” y “Told You So” se enfrentan contra los discursos “deberías sonreír más, así me gustas más” o los “si lo tienes todo, ¿por qué estás mal?”, que si bien no son pronunciados con malas intenciones, se vuelven cansadas repeticiones de una vida imposible, donde el trauma y los demonios no vencen al bienestar. “Forgiveness”, junto a “Fake Happy”, son antítesis a sus antecesoras, señalando las causas de lo negativo y lo nocivo que es creer que lo mejor es siempre estar feliz cuando, como cualquier otra emoción, la felicidad también es temporal.

Es allí donde “26”pone una pausa acústica a la explosión eléctrica, la disrupción del camino para otorgarle un entristecido himno al desesperado deseo de que todos esos mensajes que aparecen como una ayuda sincera en medio de la incomprendida conversación sobre salud mental realmente tengan el efecto que buscan. “Pool” es la primera canción en el álbum enfocada en tratar el confort obsesivo que encontramos en el dolor, que por ser un espacio conocido aunque llegue a ser nocivo es un espacio seguro porque no requiere vulnerarse por completo. “Grudges”reúne simbólicamente a Zac, Taylor y Hayley como el mejor line up de Paramore, por ser ellxs tres el grupo de amigxs núcleo de toda su vida, y recuerda la importancia de quienes son acompañantes en el proceso de sobrevivir a unx mismx.

“Caught in the Middle” regresa a la idea del confort en el dolor, aunque ahora visto de forma positiva, siendo conscientes del punto medio entre los extremos de lo bueno y lo malo que nos angustian, porque nos medimos en absolutos. “Idle Worship”, con su crítica al deseo que tenemos por que nos salve un superhéroe o, en su defecto, un artista (que no deja de ser un humano común y corriente), atiende las ansiedades de Hayley Williams por ser figura pública, pero también al error de depender emocionalmente de una figura de ese tipo.

“No Friend” se vuelve una segunda ruptura con el resto del álbum donde Paramore, junto a Aaron Weiss, de MeWithoutYou, hace una reflexión autocrítica sobre su desarrollo como banda con un sinfín de referencias a álbumes anteriores, al mismo After Laughter y hasta a la Biblia. De igual forma, señala los males de las relaciones parasociales entre fans y artistas en el mundo de la música, y da paso a “Tell Me How”, el final del álbum donde Hayley Williams le pregunta a todos esos entes de su pasado (Jeremy Davis, Josh Farro, sus fans, Dios, su exesposo y hasta versiones pasadas de ella misma) cómo debería sentirse ahora. En otras palabras, después de lo dicho en After Laughter, revisando esas emociones que ya fueron descritas y resignificadas, pregunta qué sigue. En esta introspección ambigua —porque no está claro si la conclusión general de la catarsis es un “Ya estoy mejor” o un “Acepto mi malestar y vivo en él y todas sus transformaciones”— también existe el obstáculo de no saber cómo seguir, de estar a la espera de algo más, aunque sin derrotarse del todo.

Los aprendizajes que me trajo After Laughter, su descripción exacta de las cosas que sentía en ese momento, no sólo lo convirtieron, luego de un año de interminables bucles de escucha, en uno de mis álbumes favoritos de toda la vida, sino que también surtieron efecto práctico la noche del 23 de octubre de 2017, cuando vi a Paramore en vivo por segunda vez. Esa noche tuve la oportunidad de integrar todas las cosas que, cinco meses atrás, After Laughter había puesto sobre la mesa. Fue entonces que decidí moverme en otra dirección, lejos de mis males. Relacioné cosas, conecté, desconté, puse en su lugar cada una de las piezas del rompecabezas que con los años fue creciendo y hoy sigue inconcluso.

Tuve el valor de resignificar muchísimas de las letras de esas canciones que llevaba escuchando por meses y años. Con otros ojos, otros oídos y un mal sabor de boca, entendí lo que realmente significa ser cazador y presa de unx mismx. Empecé a vivir paso a paso a pesar de los múltiples tropiezos, convocando a mis fantasmas. Con mis horrores, mis sueños y mis deseos, entendí la felicidad y la tristeza como sinónimos del pasado, el presente y cada uno de los posibles futuros a la espera de ocurrir.

Ahora, cinco años después, aún sin fecha de lanzamiento del sexto álbum de la banda, pero con dos álbumes solistas de Hayley Williams que expandieron todos los sentimientos —desde lo más visceral, como grotescos brotes de flores en el cuerpo que arrancamos para poner en un florero y admirarlos—, After Laughter se yergue como un cambio para bien, para siempre, con el claro mensaje de que sí, hay que llorar bien fuerte, pero cuando eso pase, hay que bailar aún más fuerte.


[1] "Paramore: 'After Laughter' Full Interview | Apple Music https://www.youtube.com/watch?v=5OrHcukLLyY

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