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Foto del escritorEr Yáñez

Harry's House - Harry Styles


Contrario al famoso stunt de Buster Keaton en Steamboat Bill Jr. (1928), Harry Styles levantó de sus pies, con el anuncio de su tercer álbum solista, una fachada acartonada que nos daría acceso a su casa musical: Harry’s House. Sin embargo, esta casa no tiene habitaciones delimitadas por paredes con cuadros familiares o estanterías con vajillas de hace cincuenta años; la casa a la que Harry nos permitió entrar es más bien un hogar compuesto por recuerdos, deseos y emociones relativamente transparentes.

Hace poco más de dos años que nuestras formas de vida han cambiado de manera radical, tanto que ya no hace falta dedicar más líneas para recordar lo sucedido; es algo que se entiende por sí mismo. Aun así, parece que rara vez nos preguntamos por los efectos que algo de esta magnitud provoca en celebridades como Harry Styles, sobre quienes asumimos que tienen la vida resuelta. Podríamos pensar que quizá no les faltó nada en este tiempo, pero quizá sí se vieron atravesados por una realidad distinta. Sin giras, sin promocionales y sin poder salir de casa, la introspección era obligada. En el caso particular del exmiembro de una de las boybands más grandes de los últimos veinte años parece que volver a lo familiar, lo mundano, es una experiencia difícil de digerir.

Es de esta manera que Harry’s House describe su propio sentido temático. Parece que para un músico que lleva desde los 16 años una vida que no puede frenar, la pausa que representó la pandemia fue una puerta hacia el existencialismo y cada canción en el álbum es una respuesta a la pregunta “¿qué implica la noción de hogar?” cuando, por los últimos diez años, no has estado en el mismo lugar por más de unos cuantos días.

Temáticamente, la autorreflexión como medio de crecimiento personal es sumamente llamativa, como lo es también la celebridad devuelta a lo mundano. Nos atraen esas ideas porque, como escuchas, nos dan la oportunidad de vislumbrar una cierta horizontalidad con respecto a las personas que admiramos y que prácticamente situamos en las escalinatas del Olimpo. Si bien Harry’s House es un álbum esbozado bajo estos lineamientos, la profundidad de éste es difícil de percibir en un primer acercamiento.

Harry Styles nos recibe en la puerta para el recorrido de su nueva casa con “Music for a Sushi Restaurant”, una canción que de entrada suena distinta al trabajo previo del cantante; esta vez la suave voz de Harry es acompañada por un beat y un bajo muy funkys que, en un crescendo, explotan en un coro gritado digno de un blue-eyed soul con aspiraciones al scat. Así, un álbum que, por su título, podría sentirse íntimo, gira todas las expectativas empezando en una vibrante oda a una persona que está lo suficientemente ardiente como para “freír un huevo sobre su cuerpo”. Manteniendo la misma energía musical, “Late Night Talking” nos cuenta un enamoramiento que se da, como muchas relaciones en los últimos tiempos, a través de largas pláticas en noches de insomnio.

Hasta este momento, las referencias musicales de Harry dictan un camino a Harry’s House que toma influencia del funk y el soul, dándole frescura a su amplio bagaje sonoro que se fue llenando desde su primer álbum en 2017. “Grapejuice” hace otro giro inesperado, esta vez hacia la intimidad; específicamente, hacia el alcoholismo y el obstáculo que representa en una relación amorosa. Este track contiene quizá uno de los mejores momentos del álbum; éste es, la alusión al McCartney II. Después, quizá más cercana al new wave, “As It Was” da el salto a la profundidad para hablar de los cambios que no se pueden detener o, más bien, de esas transformaciones en la vida que van a llegar y no tendrás tiempo de experimentar con toda conciencia, como puede ser una ruptura de la estructura familiar. Refiriendo a su crecimiento, quizá por el shock de lo familiar durante el confinamiento, Harry consigue ocultar una de las confesiones más dolorosas detrás de una canción extremadamente pegajosa; no obstante, esta confesión resuena fuertemente como un gran momento de introspección que tiene mejores posibilidades de conectar al artista y sus escuchas.

Luego sigue “Daylight”, un track con un beat constante en tresillos que se convierte en un estruendoso interludio que agrega elementos variados al álbum. Como canción, deja entrever que, en el álbum hay un factor narrativo de distancia entre Harry y la persona a quien le está cantando. A partir de aquí, pensando en la pregunta sobre el hogar, se nota una definición más clara que por un lado hace referencia al amor encontrado y, por otro, el vivirse en las experiencias propias, dejándose sentir. “Little Freak”, si bien podrá ser una canción sobre añorar una relación pasada, también se escucha como una plática entre dos versiones de uno mismo, como si Harry se estuviera cantando a sí mismo en una especie de multiverso donde One Direction no sucedió y, por lo tanto, su vida atascada de momentos veloces que no se alcanzan a apreciar tampoco tuvo lugar.

Desde esta canción, Harry’s House, preparando el punto medio del álbum, se sumerge en la introspección y la musicalidad acústicas de “Matilda”, una canción donde Harry muestra sus preocupaciones por esta persona, imaginada como la protagonista del libro infantil de Roald Dahl. La canción, de forma similar a “As It Was”, pone a Harry Styles a escuchar a los demás en una postura más mundana, lejos de su ser superestrella, y atraviesa lo personal por relatar una situación común para quien escucha; en ella se propone la idea de una familia encontrada, un hogar lejos de casa que es tan válido como cualquier otra circunstancia. En otras palabras, Harry's House pone al frente sus verdaderas intenciones de construir un hogar a partir de la música y de compartir nuestras experiencias. Harry Styles extiende su mano en forma de solidaridad con las ansiedades que tanto él como el resto del mundo sintieron durante los meses de encierro.

Volviendo a un lado un tanto más superficial del álbum, “Cinema” regresa al blue-eyed soul que ahora toma una posición más actualizada al acentuarse por un trabajo de guitarra sutil por parte de John Mayer (quien se queda hasta la siguiente canción). Utilizando referencias al cine para tratar la intimidad corporal entre una pareja, Harry pone por encima de una gran composición musical una letra con una narrativa relativamente superficial, generando una especie de tope al recorrido que se iba configurando hasta ese momento. De la misma manera “Daydreaming” es una canción muy rica musicalmente que levanta los ánimos del álbum hacia algo similar a sus primeras canciones, pero se estanca líricamente en un tema parecido al de su antecesora aunque continúa agregando elementos descriptivos a la temática conceptual del amor que se viene dando desde un principio.

Luego de este momento de mucho disfrute musical pero sin mucha sustancia, “Keep Driving” vuelve a lo aligerado y continúa usando imágenes caseras, que de momento aparecieron en “Music for a Sushi Restaurant”, para retratar la íntima angustia de la imposibilidad de volver atrás; la canción se vuelve un viaje por aquella relación distante de la que hablan varias canciones del álbum pero también un sutil comentario hacía la situación mundial en los últimos años. La forma de cantar de Harry en el puente provoca una sensación de ansiedad frente al desborde de todas las cosas que han salido mal en los últimos tiempos, pero la vuelta al coro antes de terminar da a entender que ese trayecto en auto culminó en el accidente metafórico del cual “Satellite” parece ser la salida, liberándose de la ansiedad y los vicios en la relación amorosa que el álbum describe, dando espacio para respirar y así dar confort de una forma similar a “Matilda”.

Para este punto, antes de cerrar el álbum, Harry ya presentó la mayoría de sus propuestas musicales para este proyecto y entonces, podría decirse que Harry’s House está cargado de sonoridades pop que toman su instrumentalización de la música dominante de los años setenta y ochenta de forma más general. Tanto así que "Daydreaming" incluye lo que parece ser una interpolación de “Ain't We Funkin' Now” de The Brothers Johnson, práctica de lo nada inusual para la música pop de los últimos años (The Weekend, Dua Lipa y Taylor Swift en 1989 son sólo algunos ejemplos). Las inspiraciones de Harry se esparcen entre las canciones de una forma que refresca el entorno que envuelve a este tipo de referencias musicales al no sentirse necesariamente rebuscadas aunque pueda ser que se perciban un poco repetitivas.

La primera de las últimas dos canciones de Harry’s House es “Boyfriends”, una canción acústica que configura una especie de trilogía junto con “From the Dining Table” del álbum epónimo (2017) y “Cherry” de Fine Line (2019). Como un consejo y, a su vez, como una mirada autocrítica, la canción evalúa las actitudes de los novios hacia sus parejas. Aunque parezca que, por su letra y contexto, esta canción es un ingenioso comentario directo de apoyo emocional a los fans de Harry Styles en su dolor luego de un trauma o ruptura, se vuelve el cierre más lindo posible de la sección amorosa del álbum, dejando también que las ideas sobre el apoyo emocional tengan sus últimos respiros.

A modo de final con broche de oro, “Love of My Life” retoma las ambigüedades en las que no es claro si la canción habla de una persona o de la historia de vida de uno mismo, para que Harry expulse sus sensaciones al volver a casa con su familia, a su origen más allá de One Direction, con el inicio del confinamiento. Una nostálgica canción nos invita a salir por las puertas de Harry’s House dando a entender que Harry Styles ya supo responder a sus preguntas iniciales y encontró su hogar en el amor de pareja, pero también en los esfuerzos por entenderse a sí mismo luego de más de diez años de locura. Parece que con este último momento Harry también espera que cada unx de nosotrxs pronto le de punto final a las preguntas que surgieron en la extrañeza de los últimos tiempos, encontrando nuestros diversos hogares sabiendo que siempre podemos volver a esta casa que Harry nos construyó.

Harry’s House es un buen paso adelante en la carrera de un Harry Styles que no deja de sorprender, en parte también por sus colaboraciones en el estudio con John Mayer, Dev Hynes y Rob Harris. En él, logra entretejer lo nuevo con un verdadero homenaje sonoro a la mayor parte del panorama musical pop de los años ochenta, brindando frescura en cada momento, sea por la música o la letra. Y aunque la sustancia del álbum es difícil de extraer y para nada es un álbum perfecto, también se presenta como un hogar confeccionado con delicadeza, acompañamiento y amor al arte de hacer música; asunto que a todxs en diferentes momentos nos viene bien.


Canciones Favoritas: “Music for a Sushi Restaurant”, “As It Was”, “Grapejuice”, “Matilda”, “Boyfriends”, “Love of My Life”

Menos preferidas: “Cinema”, “Daydreaming”

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