Que se sepa que escribí este texto con lágrimas en los ojos.
La pérdida es una inevitabilidad de la vida. Algunas abren hoyitos en el tejido de nuestro ser que con el tiempo se cierran solos; otras abren agujeros más grandes que deshilachan nuestra tela de tal forma que nunca sana por completo, pero lidiamos con ellos con relativa facilidad; finalmente, hay perdidas que forjan huecos enormes que si descuidamos tienen el potencial de consumirnos por completo. Comenzando en el 2003 y concluyendo en el 2016, el cantautor canadiense John K. Samson contó una historia sobre este último tipo de pérdida, la que conlleva una amenaza de destrucción. A lo largo de las tres canciones que componen la trilogía de Virtute, Samson pinta un retrato creativo, trágico y conmovedor de los estragos que puede producir la pérdida: en la primera canción vemos los efectos del vacío en la persona herida; en la segunda, cómo ese vacío puede herir a las personas cercanas; y en la tercera comparte el momento de reconciliación que puede venir como resultado del cuidado y el perdón. Samson no será un nombre reconocido en la música (por lo menos no en México), pero sus canciones, especialmente las que compuso durante su tiempo como líder de la banda The Weakerthans (1997-2014), son realmente memorables, tanto por ser pegajosas como por su letra ingeniosa. Los escuché por primera vez en el 2017 y, aunque en el momento no me causaron gran impresión, hubo rolas que nunca abandonaron mi mente: la entretenida premisa hipotética de una salida entre un filósofo pos-modernista y un explorador del antártico que Samson trata en la explosiva y encantadora “Our Retired Explorer (Dines With Michel Foucalt in Paris, 1961)”; las tres composiciones complementarias escritas en formato de soneto shakesperiano (“(Manifest)”, “(Hospital Vespers)” y “(Benediction)”) que narran los últimos momentos íntimos de un hombre con una enfermedad terminal y una amistad cercana; o la oda inquebrantablemente honesta y despreciativa a su ciudad natal, Winnipeg, “One Great City!”. En los tres años entre escucharlos por primera vez y redescubrirlos, estas canciones revoloteaban por mi mente de vez en cuando porque su genialidad obliga a uno a recordarlas. También, y con más presencia que las demás, estaba la primera parte de la trilogía de canciones de la cual estoy escribiendo: “Plea From a Cat Named Virtute”, la primera y encantadora entrega de la historia de una gata y su dueño, obviamente narrada desde el punto de vista de la protagonista felina.
1. Plegaria de una gata llamada Virtute (The Weakerthans, Reconstruction Site, 2003)
Antes que nada, un paréntesis personal (pero relacionado): en junio del 2020, tras tres meses del encierro pandémico que todavía nos asedia, decidí adoptar un gato. Lo que por un buen rato fue deseo se había vuelto necesidad: necesitaba a un compañero, cuidar y ser cuidado. Fue así que llegó Phoebe a mi vida, que en los peores días se acuesta en mi pecho y ronronea y hace que me pare de la cama aunque sea para alimentarla. “Plea From a Cat Named Virtute” trata justamente sobre una relación similar. Una canción alegre y enérgica, en ella Samson cuenta cómo un gato intenta sacar a su dueño de la tristeza que lo consume.
Gran parte del encanto y el peso emocional de la trilogía de Virtute proviene no sólo del hecho que el narrador es un gato (adorable), sino cómo Samson construye al personaje. En aras de la comprensión, Samson interpreta a Virtute en inglés y no por medio de maullidos, pero el personaje es un gato y por ende ve el mundo como un gato lo haría; posee una suerte de inocencia respecto al mundo humano. En “Plea”, esto significa que logra captar el comportamiento auto-destructivo de su dueño, aunque no logra identificar la causa (una ruptura amorosa) ni nombrar sus conductas como lo que realmente son (el inicio de la depresión y el alcoholismo). Incluso sin saber todas estas cosas, Virtute identifica la gravedad de la situación y se empeña en ayudar a su dueño, todo desde su perspectiva gatuna (en serio, adorable).
En el primer verso, Virtute menciona las nuevas conductas extrañas de su humano: cómo nunca quiere jugar, cómo no come, cómo duerme la misma cantidad de tiempo que ella, cómo habla solo (y ya checó, en los cuartos del departamento sólo hay polvo y sombras). En el segundo verso, Virtute dice “patas a la obra, es hora de actuar” y propone abrir el depa y armar una fiesta (“Invite the tabby two doors down / You could ask your sister / If she doesn't bring her basset hound”), para divertirse y distraerse; ella se encargará de la comida (todos los pájaros que logre cazar). Pero para la sección final de la canción parece que nada ha cambiado (“All you ever want to do is drink and watch TV”) y Virtute está frustrada, al grado que amenaza con violencia a su dueño a menos de que deje de menospreciarse (“I swear I’m going to bite you hard / And taste your tinny blood / If you don't stop the self-defeating lies / You’ve been repeating since the day you brought me home”). “I know you’re strong” son las últimas palabras de Virtute, cuya plegaria ha sido que su dueño reconozca la fuerza de cuya existencia ella está segura con certeza; ella no lo sabrá, pero su nombre significa fuerza o poder en latín: ¿cómo no podría predicarle esas mismas virtudes a la persona a la que ama, a la persona que la nombró?
2. Virtute la gata explica su partida (The Weakerthans, Reunion Tour, 2007)
Estoy bastante segurx que John K. Samson no tenía una sequela en mente cuando escribió “Plea From a Cat Named Virtute”, o por lo menos que esa secuela planeada no era “Virtute the Cat Explains Her Departure”. Como ya vimos, “Plea” termina sin ofrecer conclusiones definitivas respecto a la situación del dueño de Virtute, así que siempre fue una posibilidad continuar esa historia. Sin embargo, dado el tono alegre de esa canción y la fuerza inquebrantable de Virtute, pareciera que el destino del humano era recuperarse, con sólo unas cuantas mordidas felinas como muestra de su conflicto, y tener una vida feliz a lado de su fiel compañera. Quizás en un mundo paralelo eso es lo que pasó, pero el John K. Samson de nuestro universo tuvo otras ideas—haya sido desde la concepción de Virtute o en algún oscuro momento después del debut del personaje gatuno—, propósitos decididamente menos felices para mi gata ficticia favorita, porque en un abrir y cerrar de ojos todo se fue por la borda. Tal vez sea porque ahora tengo mi propia compañera felina (saludos a Phoebe, acostada al pie de la cama), pero escuchar “Virtute the Cat Explains Her Departure” me hace añicos el corazón, cada vez con la misma intensidad que la primera ocasión en la que inocentemente le puse play.
Desde el primer instante es claro que algo cambió: el final explosivo de “Plea” da lugar a una batería solitaria tocando una frase lenta, que se mantiene constante por casi la duración entera de la canción, incluso cuando entran la voz y los demás instrumentos. Como ya establecí, gran parte de la efectividad de estas canciones viene de la inocencia de Virtute: en “Plea”, Samson la utiliza para crear encanto, mientras que en “Departure” es la fuente de una tragedia inmensurable. Virtute comienza la canción haciendo lo que dice el título, explicando su partida, aunque al parecer ni ella sabe bien por qué lo hizo. No hace mención del comportamiento de su dueño como una razón, más bien simplemente fue que el mundo la llamó: la lluvia, la tierra mojada, el callejón, la luna creciente en el cielo nocturno.
La inocencia de Virtute sale a relucir en la segunda mitad del verso, cuando recuenta el comportamiento del dueño (que claramente la estaba buscando): “For a while I heard you missing steps in the street / And your anger pleading in an uncertain key / Singing the sound that you made for me”. Después de una elipsis, aprendemos que Virtute nunca regresó a casa; de hecho, lleva tanto tiempo descuidada que perdió sus orejas al frío invernal. Eventualmente encuentra refugio en una fábrica, donde se ve reflejada en las máquinas esperando a sus humanos, tal como ella esperaba al suyo. “Virtute the Cat Explains Her Departure” funciona excepcionalmente bien como secuela a “Plea” porque trabaja con elementos de la primera canción y les da nuevo significado. La memoria de su humano no sólo hace referencia al consumo de alcohol que mencionó en “Plea”, sino que la relaciona el ancla de la canción, el estribillo “the sound that you made for me": “I remember the way I would wait for you / To arrive with kibble and a box full of beer / How I'd scratch at the empties desperate to hear / You make the sound that you made for me”. El último verso utiliza el mismo recurso: en su reminiscencia del cariño y el amor que compartía con su dueño, Virtute menciona al gato atigrado: “After scrapping with the ferals and the tabby / I’d let you brush my matted fur / How I’d knead into your chest while you were sleeping / Shallow breathing made me purr”.
A primera vista, las dos canciones parecen no tener similitudes estructurales, pero en cuestiones prácticas, este no es el caso. “Plea” contiene dos versos, dos coros y una sección final, mientras que “Departure” consiste de tres versos, pero ambas canciones giran en torno a una frase con ligeras variaciones que se repite en tres ocasiones. En ambas canciones estas frases hacen referencia al nombre de Virtute: en “Plea”, Virtute literalmente utiliza la palabra que su nombre significa en inglés, mientras que en “Departure” hace alusión al sonido, cuyo significado desconoce. Y aquí radica el elemento realmente trágico de “Virtute the Cat Explains Her Departure”, que emerge sólo con la revelación del último estribillo: “but I can't remember the sound that you made for me”. Virtute ha perdido su identidad y con ella, su fuerza.
3. Virtute en paz (John K. Samson, Winter Wheat, 2016)
Nueve años después de romper el corazón del mundo con “Virtute the Cat Explains Her Departure”, John K. Samson se dignó en darle cierre a la historia de Virtute. Desafortunadamente, no es un final del todo feliz. En algún momento, Virtute falleció, pero su dueño eventualmente superó su depresión y su adicción, y todo su esfuerzo ha logrado forjar en su mente una cama para Virtute. Ella regresa, llena de amor, con perdón y una plegaria: que se acuesten a descansar al sol como solían hacer y que de igual forma deje descansando todas las cosas que no puede cambiar.
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