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Nuestros álbumes favoritos de mayo

Florence and The Machine - Dance Fever

Quizá ya en la última línea de lo que aún podría considerarse un álbum pandémico, Florence Welch publica un material que se siente atravesado por un agujero que pausó su proceso de grabación. Fácilmente Dance Fever podría relatarse vía preguntas sobre lo que hubiera pasado si el encierro hubiese durado dos semanas como originalmente estaba previsto; sin embargo, es valioso preguntarse por cómo el encierro afectó, entre todos los demás, este proceso creativo en particular.

Luego de un par de álbumes destacables por ser relativamente minimalistas, y completos, en cuanto a composición y letra, Dance Fever se siente como un regreso a la base que fueron los primeros álbumes de Florence and The Machine. Sus canciones existen en una especie de contrario a sus más recientes antecesores explotando en orquestaciones que se sienten masivas e incluso, por momentos, agobiantes; probablemente dada la predominante producción de Jack Antonoff, que ahora se acerca más a lo que fue un álbum de Fun o a la discografía de Bleachers. A pesar de ello, complementan bien el trabajo lírico que con Welch parece ser lo más importante, especialmente en canciones como “Choreomania”, “Girls Against God” y “Free”, algunas de las favoritas.

Si bien el quinto álbum del proyecto de Florence and The Machine sustenta bien sus temáticas sobre encontrar y aceptar la oscuridad en unx mismx a través de la música y las palabras seleccionadas para hablar de ello, en el amplio marco de las cosas, Dance Fever no es un álbum que provoque una ruptura con la familiaridad para lxs fans de la banda. Por más interesante que sea, no es una reinvención de la rueda, ni siquiera en los estándares de la misma Welch, pero es un promedio que sin duda se disfruta. / Er Yáñez


Harry Styles - Harry’s House

Confinado dentro de cuatro paredes, lejos de las giras, fama y su usual ritmo de vida., Harry se da la tarea de hacer un trabajo de introspección para explorar la idea del hogar y responder la pregunta: ¿quién es Harry?

El primer paso dentro de este mundo establece la base para todo el álbum. Podemos escuchar a Harry experimentando con sus vocales, letra inspirada en pequeños detalles de su vida y un sonido que no es pop convencional pero tampoco lo suficientemente atrevido para salir de esa categoría; es un estilo que es muy accesible sin dejar de ser original y auténtico.

A lo largo de nuestra estancia en esta casa podemos asomarnos a distintos cuartos pero pareciera que hay puertas que se mantienen cerradas. A pesar de supuestamente ser el álbum más íntimo de Harry, falta reconocer los rincones oscuros de la casa. En ciertos momentos toca temas un poco más sombríos y definitivamente la nostalgia e incertidumbre hacen apariciones pero nunca parece detenerse a profundizar en ellas. Aun en baladas como “Mathilda”, no se habla de un aspecto personal de Harry sino de otras personas. Lo más cercano que tenemos de este mundo interno no tan placentero es “As It Was”, que en contraste con su alegre melodía habla de una manera más cruda las dificultades y la tristeza al enfrentarse al cambio.

Incluso así, Harry logra diferenciarse y demostrar quién es a través de sus melodías, las escenas que narra y el uso de su voz. No revela detalles muy personales, ni se detiene a reflexionar en la sombras pero encuentra la forma de definirse a sí mismo a través de lo ordinario. Tal vez para Harry el hogar no es un lugar y lo que lo define, lo que lo hace quién es como persona fuera de ser una estrella pop, es algo que a simple vista podríamos tachar como superficial: son las personas que lo rodean, los detalles, la música en un restaurante de sushi, las pláticas de media noche, los viajes en coche y otras cosas que parecieran trivialidades de su vida diaria. / Perla Sánchez


The Smile - A Light for Attracting Attention

A Light for Attracting Attention es el nuevo álbum de The Smile, un supergrupo conformado por Thom Yorke, Jonny Greenwood y Tom Skinner. Los tres integrantes condensan sus estilos en un mismo punto, por lo que podemos escuchar destellos de Radiohead, un poco de las bandas sonoras de Greenwood y la presencia rítmica tan dinámica y rica en las percusiones de Tom Skinner –baterista de Sons of Kemet–. Aunque permean las influencias de sus largas carreras musicales, el álbum está repleto de experimentación sonora, electrónica, grandes arreglos instrumentales y efectos musicales que rebasan nuestra capacidad de asombro.

El trío condensa perfectamente un estilo muy vigoroso y enérgico, como suena en “You Will Never Work in Television” o “Thin Thing”, con la destreza guitarrística de Greenwood, chonchos sintetizadores y la batería lista para hacernos mover la cabeza al mismo ritmo. Al mismo tiempo, aluden a un sonido muy nostálgico y un tanto melancólico en canciones como “Waving a Flag” u “Open the Floodgates” lleno de arreglos cordales y secuenciadores; también en “Free in the Knowledge”, donde evoca al inicio de “Fake Plastic Trees”, con Yorke soltando bellas melodías junto con una guitarra acústica. Cabe recalcar, que dentro de este mood nostálgico-triste también hacen un llamado de atención a la destrucción del planeta tierra, con un escenario muy poco optimista descrito en “Speech Bubbles”.

Destaca mucho la maleabilidad de The Smile y las múltiples emociones que logran plasmar en cada una de sus canciones. La unión de estas tres mentes maestras es el inicio de un proyecto alterno sumamente interesante de quienes esperamos escuchar más material. / Bernardo Castro


Trophy Hunt - The Branches on Either Side

El año pasado, Trophy Hunt ofreció una probada de la expansión de su sonido con el EP Katabasis, cuyas tres canciones mostraban una influencia de black metal y un interés más marcado por elementos melódicos en combinación con el grindcore y screamo directo de su debut del 2020. Sin embargo, el glorioso potencial del sonido que la banda anunció con esas canciones terminó de cumplirse apenas este año con el lanzamiento de The Branches on Either Side: en compañía de 7 canciones más y con la bendición de una producción digna del proyecto, una visión terrible se concreta con poder y gracia; una visión que demanda la atención.

El álbum pareciera tener tres secciones. La primera contiene las tres canciones más cortas —ninguna supera el minuto y medio— y, fiel a la tradición grindcore, la banda aprovecha de forma idónea estos breves momento al establecer el mood sombrío y ominoso del disco, así como algunos motivos recurrentes en la letra: figuras angelicales, el cielo, el color rosa, el collar como un símbolo de opresión. Estamos ascendiendo. En la segunda, Trophy Hunt mina la rica vena de lo melodioso y agrega pasajes de guitarra y bajo relucientes a la mezcla que complementan las secciones apabullantes y sacan a relucir la tragedia de la música. Hay un sentimiento de algo superior comenzando a ensuciarse en canciones como “Beach”, “Katabasis” y “Sunburst”. Hemos llegado a la cima. En la sección final, el matrimonio entre lo divino y lo maldito se vuelve inextricable, la brutalidad y la belleza sonora son una misma. Un oleaje incesante de guitarras y blastbeats anuncian el fin: el cierre “Pink Noise” estalla de las todavía incandescentes cenizas de “Nekyia” para cerrar de golpe el deslustre atroz de lo sublime; el corazón permanece inquieto. Estamos descendiendo, precipitándonos hacia la tierra, o quizás más abajo aún. / Mathias Ball Escamilla




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