top of page

Tengo una canción pegada

Actualizado: 27 nov. 2021

Una de las sensaciones más extrañas que tenemos los seres humanos, es la de una canción retumbando en nuestra cabeza todo el día. Puede ser una canción que nos desagrada o una que nos encanta. Una canción que hemos escuchado mil veces o que escuchamos el día anterior por primera vez. Una canción llena de ritmo, hecha para que se pegue a tu mente como un chicle a la suela de tu zapato, o una canción completamente atípica que ni siquiera tú mismo entiendes cómo llegó a ti. Les repito, una sensación sumamente extraña.

Muchas canciones han ido y venido a mi cabeza durante mi vida. Algunas me han encantado y otras las he acabado odiando; así es la vida, supongo. Pero hay una en particular de la cual les quisiera hablar el día de hoy. Probablemente nunca la han escuchado, probablemente no tengan idea de ella y nunca se molestarían en buscarla. Es normal, no es una canción que cualquiera sepa apreciar, o, mejor dicho, no es una canción que cualquiera merezca escuchar.

Empieza con unos tenues acordes de guitarra, muy sutiles pero seductores. Es imposible no acercarse a escuchar más, es imposible no sentirse intrigado por la melodía. De una vez les aviso, es una canción larga, difícil de digerir y con una variedad de géneros innumerable. A los pocos minutos de haberla escuchado, la misma canción tiene un puente que parece cuestionarte si quieres escuchar más o quedarte hasta ahí, te advierte que todo se pone más difícil pero, si les soy honesto, hay que estar muy imbécil como para no escuchar más allá.

Guitarras, percusiones y un potente bajo entran después. Como una tormenta de heavy metal que no puedes controlar. Abrumadora, apabullante, pero cuando por fin puedes tomarte un respiro, hermosa. Un descontrol de sonidos que golpean tu cabeza por todos lados y te hacen querer escuchar más y más. Sólo apta para fanáticos de la música pesada, pero qué belleza de pieza. Estética, bien cuidada y, por supuesto, muy bien producida. Pareciera que en principio ésta era una canción hermosa, pero que después de una buena maquillada, subió su estatus a impresionante.

Después, nos encontramos con una espiral de pianos temerosos. Pocas personas, poquísimas han llegado hasta aquí. Qué afortunado me siento de ser uno de ellos. Pareciera que la canción te cede su confianza y es ella la que te escucha a ti. Es ella la que escucha tus llantos y tus desvaríos. Te atrapa y entre más te dejas ser atrapado, ella te permite escuchar más y más. Una canción compleja, llena de detalles y que pareciera que carga consigo las cruces de mil canciones más, pero que, con cada acorde y cada nota, se va volviendo tu canción favorita.

No crean que me he olvidado del coro, jamás podría hacerlo. Ése que se repite una y otra vez, ése que sí es estable, no cambiante, no ambivalente. No hay una forma correcta de describirlo, pero yo diría que suena como una risa incontrolable de una niña de no más de catorce años, inocencia pura. Es un coro que te muestra la verdadera esencia de la canción, de lo que está hecha y de todo el potencial que tiene; es un coro que cada vez que escuchas te hace estar más y más agradecido de haberte detenido a escuchar la canción.

No les voy a dar el nombre, ni el artista de la canción, porque no tiene sentido, nunca la van a encontrar. En definitiva, no es para todos. Y no por hacerme más o darme aires de importancia, sino que más bien, yo fui sumamente afortunado. En el momento indicado, en el lugar indicado, ahí estuve. Aprendí que una vez que escuchabas esta canción, no debías dejarla ir, debías escucharla una y otra vez. Hasta el día de hoy, cada que me detengo enfrente de un restaurante italiano, o de una tienda que vende mil y un chucherías chinas, me pregunto qué hice yo para merecer poder escuchar esta canción.

8 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page