Nunca olvides a ese hombre, el de poderes ocultos.
Aquél que almacena historias
que lo han hecho más humano.
A ese hombre lo llaman El Alquimista,
porque transforma, como un mago, la tristeza en canciones.
No te olvides de aquel viajero, coleccionista de realidades.
El que toma el pasado y lo convierte en amor cantado.
Ese hombre que de vivencias aprende.
Al que el futuro no le preocupa, porque lo crea en el camino,
pasando sus dedos entre hilos de metal,
reinterpretando lo que suena en su ciudad.
El Alquimista domina el ruido y el silencio,
vive en sus frecuencias, que le muestran el camino.
Él sucumbe ante las ondas que lo atraviesan,
las transforma, ceremonioso, en recuerdos,
y los vuelve versos para el alma de nuevos viajeros.
Él conserva cada nota creada, poderosa, intacta.
Así es el alquimista, un ser mágico por naturaleza,
que lleva en Él una genuina vulnerabilidad ante la belleza.