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Let's Start Here. - Lil Yachty

Actualizado: 10 abr 2023

El hip-hop ha demostrado ser una cuna de kamikazes —en el sentido menos político de la palabra—. Más de un artista ha saltado del género musical hacia un abismo de otro, sin arneses ni garantías. Y los resultados casi son 50/50. Tal vez el caso de éxito más resplandeciente fue el florecimiento de Tyler, the Creator como un creador de pop más que de rap —pasado que aún le molesta, pues ganó Igor por Mejor Álbum de Rap en los Grammy y argumentó que era una categoría inexacta—. Aunque la evolución de Okoma fue progresiva, los oyentes pueden oír “dos músicos” radicalmente disparejos entre Bastard (2009) y Flowerboy (2017).

El descalabro más reciente en metamorfosis sería Drake con su Honestly, Nevermind (2022), en el que intentó fusionarse con bases de house y dance, pero se sentía desubicado, mal encajado: como una masa que no encuentra su consistencia. En medio de esta escala estaría A$AP Rocky, cuyo estilo justamente es carecer de uno. Y luego está Lil Yachty.

En una expresión que más de unx podría considerar ultrajante, Lil Yachty era uno más de una amplia generación de trap/mumble rap y, a su vez, otro con el sufijo Lil como su carta de presentación.. En este nicho logró hacerse un espacio, nada despreciable, con millones de oyentes. Pero estar en la escuela de un género que en ocasiones peca de repetitividad, en el que las modificaciones del rumbo son tan mínimas que apenas son perceptibles, termina por evocar jaulas de oro y sentires de falsa comodidad; Yachty no quería seguir en cautiverio. En una temporada complicada para el lanzamiento de álbumes, tal y como es el principio de año, Lil Yachty decidió lanzar una bomba molotov hacia su trayectoria y ver si era lo suficientemente hábil para escapar de las llamaradas.

Let's Start Here. es una maqueta de neo-psicodelia. No se trata de un ejercicio estilístico por emularla, ni tampoco es tan solo crear un intro que después desencaje con el resto de componentes de la obra. No. Es neo-psicodelia de principio a fin.

Lil Yachty no regresó a su lugar de confort una vez de haberlo abandonado, sino que halló extensiones de su creatividad en una nueva etiqueta sonora. El resultado es admirable y desconcertante casi en proporciones iguales.

La música en este caso se vuelve anacrónica, pues no suena a la nueva escuela de la psicodelia a lo Pond, pero tampoco suena a “The Great Gig in the Sky” del mítico The Dark Side of the Moon (1973). Es un eslabón perdido, que toma lo que más le acomoda y lo salpimenta con bajos funkeros y hasta con arreglos de vientos.

La voz del rapero (¿rapero?) no se siente ajena al acompañamiento instrumental. En Let's Start Here. se siente plenamente amalgamada, como un engranaje necesario; una ruptura total del beatmaking por encargo, en el que en más de una ocasión se trabaja en dos frecuencias que se repelen.

Asimismo, Lil Yachty reconoce su fragilidad e inexperiencia en este sonido menos procesado (¿y más orgánico) y a su paso ficha a un par de comodines. Lo cierto es que Fousheé y Daniel Caesar nadan con mayor facilidad en temas melódicos y resultan dignos senseis para iluminar el camino a un artista que busca desafiar su propia concepción de música y arte. Ni una alineación tan memorable como ésta pudo apaciguar las puntiagudas críticas, algunas de estas descafeinadas.

Espacios como Pitchfork tachan a este trabajo de ser una comunicación institucional donde el pop termina por doblegar al rap. Murmurando a Lil Yachty de costear un sonido tameimpalesco, propio de la productora A24, como si ese fuera el tema —y como si lo anteriormente parafraseado se tratara de un insulto—. Esta discusión desatinada rememora a lo escrito por John Seabrook en La fábrica de canciones (2015) donde devela que el término R&B tan solo se creó ante la imposibilidad de ver a gente negra haciendo pop, un género de jerarquía blanca. ¿Entonces vivimos una nueva era donde géneros como la neo-psicodelia son tabú para ciertas razas?

El verdadero pavor está en si deberíamos tomar el título del álbum —Let's Start Here.— como un aviso o como un mensaje único. Entretanto, mientras las esferas de oyentes de rap/hip-hop parecen cada vez más cerradas y menos distintas al conservadurismo que tanto despreciaban (¡Te convertiste en aquello que juraste destruir!, diría Obi-Wan), Lil Yachty podría abrirse un nuevo panorama, uno donde los cambios sean aplaudidos y los límites conceptuales sean una rutina de stand up.


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