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Juan de Dios Hernández

primero canto

primero vivo

cada mañana

por asalto los cielos;

primero canto

a la caída

par inconmensurable;



primero bailo

mano en octava

corriendo las cortinas;


Por eso es que a estas horas,

me muevo con las pes de pasapié:

bordado por borrón y pasapiezas:

me dices que ya duerma:

después no me levanto en la mañana:

entonces te pregunto si no quieres que escriba:

―escribe si quieres ― más que convencida, soñolienta:

la luna sale una hora tarde cada día.


Pero primero vivo y primero canto y primero bailo;


si de bailable en parto se ablandan piedras,

ni modo que no patine,

ni modo que mi carnita

—sordomuda

pirimidina— que no se pinte

de un rosa almeja concha nácar,

alada como la sangre en voz:

semblante que el mediodía aún sabiéndose condenado,

por sobrepoblación o porque apestan mis calcetines,

conocerá hasta donde voy por donde vengo;

en forma de algoritmo barajará las cáscaras de mil bastos:

del archivo en que me estrello con el alma del ciruelo,

el mismísimo que ayer alucinaba mis motivos,

pues no hay mal que al ser sincero, con la misma tez de ahora en que aleteaba las muñecas:


quizá prediga los bancos de peces,

pero jamás las glorias de la mañana:

como los cactus vivos con sus coronas de flores;


presagiará el mi fa sol do la mano,

y sus destinos tejidos en línea,

escritos en código:


por Los Números y Los Patrones:

quienes fingiendo ser enemigos,

jugando a la paz y a la guerra:

bien llegan simulando desconciertos,

mas a la espalda se dan la sierra:

nuestra belleza les valen dados,

no basta con balar a las baladas:

obligan a balar a los cabrones,

museos de la sal mas lo que tiene que ver:

con el mar y con el macho cabrío,

con las hélices del helicóptero:


cortándoles las plumas

―¿así que son halcones?

a ver si vuelan... ―


quizá los cuernos de mensajeros,

pero jamás trompetas de ángel:

así como jamaica el obelisco de nuestras chuparrosas;


pues entretanto,

muchas olas que

pasabandas van


pacientes como el océano en sol,

sonoras clorhidratos de principios:

no esperan de dos saltos paralelos ionizar la quinta en lumbre


cual sábanas para archipiélago,

tendieron a flotar como fantasmas:

el dorado en una puerta angosta y la flora del mar sobre la tierra


fundida al negro,

con corrimiento:

al rojo;


—¡el chofer se durmió!

―entre más viejo el corazón

más se cree saber de la vida ―


—no es verdad yo venía viendo

el del trailer se metió a la carretera

incluso nos salvó de los dormidos —

—el peor amigo de la vejez

es la mala memoria —

—pero graciosa en su propia luz

toda mujer y todo hombre es una estrella —

—y cada niñez su parpadeo —


—pero el crecimiento no es lineal

hasta que mero arriba de la gran ola más alta:

madura sal rosa vuelta grano y serranía


que con el peso,

de pes o de un pez:

nos cierra el telón.


―Primer acto: "veintiún hermanos son el mismo siglo".

Segundo acto: "hay un silencio que no se escribe".

Tercer acto: "el agua dura como una piedra hasta que llueve dura". ―


—más sabe el diablo por haber salido al teatro... ―

respiró el coro afuera de la orquesta


—...y habremos crecido juntos —

se dice una pareja ya despierta


y al ruido y los barullos del público

se suman las pantallas y bocinas:


―"Recomendado para ti:

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porque acabas de ver:


por asalto los cielos

par inconmensurable

corriendo las cortinas" ―


pero primero bailo

primero canto

primero vivo


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