por Bruno Armendáriz T.
Nota: Quizá deba yo precisar
las ambiciones del texto:
cantar y rimar y danzar
ordenando un poco el tiempo.
Una historia de hombre y mar
son para rimar pretexto,
juegue usted al trovador y
declamando sea contento.
Ojalá que usted disfrute
la cadencia de estos versos.
Rᴏᴍᴀɴᴄᴇ ᴀ ᴍᴀʀ ᴀʙɪᴇʀᴛᴏ
Cuelga en sus ojos gran dolor
con nubarrones secretos;
el sollozo le recorre
con su ardor y azul morenos;
una sal amarga y lisa
amanece sobre el viento
-¿Qué querrá la esbelta sepia?-
Se pregunta el marinero
-¿Qué hay de filo y diminuto
en las olas que rompemos?-
Cual lágrima que cae y vuela
zarpa el mar dejando el puerto
¡A nadar el tinto surco
con la sombra echada al cuello,
que las penas, bien ceñidas,
astillen de amor al cielo!
Soberana de agua triste,
la luna agota su cetro;
extrañando orillas pausas,
se lamenta el marinero.
Y así llegan otras lunas
como altivos sones lentos;
bajo su necia vigilia
escapan viejos tormentos.
-Que no amaine tu templanza,
ya habrá fuego y cantos nuevos.
Tu patria es blanda y muy extensa,
anda y sele fiel y bueno.-
-No hay sorpresa para mí
navegando con desvelo,
arriemos por fin la noche,
su cauce y su llanto quieto.-
Y así colman otras lunas
y crepúsculos deseos;
encallado el sol menguante,
zarpa el mar dejando el puerto.
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