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Vecinos psicodélicos (2020) - Duck Fizz

Actualizado: 10 ago 2021

"Vecinos Psicodélicos", o el homenaje lisérgico


¿Alguna vez se preguntaron cómo sonarían los Beatles si hubieran nacido en Baja California Sur?, ¿no? Yo tampoco. Lo cierto es que cuando escuché “Weird Fish”, el quinto track de Vecinos psicodélicos, obtuve la respuesta a esa pregunta que nunca formulé. No se confundan: el álbum no es otra tentativa de emular Revolver o el Sgt. Pepper's, aunque es verdad que algunas texturas y arreglos, sobre todo corales, nos remiten al imaginario psicodélico de la faceta experimental beatliana.

En realidad, Duck Fizz retoma de la agrupación británica, sobre los demás aspectos, el eclecticismo: el disco contiene pasajes circenses y ensoñaciones variopintas (“La Tongue”, “La ventana” y “Reuniendo nubes”), un slow blues al estilo de The Doors que evoluciona a una odisea astral pinkfloydiana (“Poor Silverio”), un dislate en tres movimientos (“1980 summer”), letras en inglés y en español, hasta versos en francés, y un personaje enigmático que es a la vez el epílogo del álbum y una mención delirante al final de “Weird Fish”: el topo. La referencia inmediata al filme de Jodorowsky no se nos escapa; el desconcierto y la incógnita, tampoco. Podríamos empezar diciendo que el álbum está, ciertamente, saturado; no de símbolos ni encriptaciones como la filmografía del psicomago chileno, pero sí de vorágines sonoras, guitarras moduladas con flangers, chorus y trémolos, reverberaciones profundas, angustias y alivios difusos.

Pareciera que un espíritu festivo disimula en Vecinos Psicodélicos el ambiente turbio y desequilibrado que relata; el disco es, entre muchas otras cosas, un esfuerzo por celebrar la decadencia en un escenario estrafalario y grotesco, habitado por seres al borde de la caricatura. Contrario a lo que muchos podrían pensar, la apreciación anterior es un cumplido: el disco podría inscribirse perfectamente en el movimiento pánico, aunque sin esa pretensión incómoda propia de la corriente; los sujetos que protagonizan las letras son entrañables a pesar de su ampulosidad y, en general, el sonido nos contagia de una frivolidad agradable que, sin sátira ni tragedia, nos presenta una serie de viñetas lisérgicas que oscilan entre el divertimento y el desvarío.

Uno de los mayores logros del álbum es la coherencia estética: las influencias del grupo, aunque aún demasiado transparentes, fungen como pilares sólidos; los temas y las atmósferas mantienen la unidad alucinógena, y los intermezzos como “La ventana”, “Chametla Sunrise” o “Reuniendo Nubes” aportan matices interesantes, acentúan sazones, rescatan emociones, son puentes efectivos y valiosos. Pese a que Vecinos Psicodélicos no destaca por proponer ideas o ejecuciones revolucionarias dentro de los géneros en los que se inscribe, su labor compositiva y su curaduría sonora nos demuestran que Duck Fizz sabe nutrirse de los grandes exponentes para conjugar lo ajeno y lo fascinante con su realidad y su experiencia. Por lo demás, me gustaría recalcar que, aun si la agrupación paceña no se desprende totalmente del sonido indie-pop que caracterizó sus primeros EPs, este primer disco no es para nada complaciente y, hasta cierto punto, arriesga al incursionar en una imaginería y una estética no del todo populares, que salen, en principio, de su zona de confort.

Hay que decirlo: Vecinos psicodélicos es un álbum cuyos sustratos fílmico-visuales y sus recursos musicales rayan, por momentos, en el malabar. No obstante, el ímpetu que atraviesa este disco debut lo impregna de una simpatía que justifica el exceso y la ingenuidad. Después de todo, ¿cuál es la consecuencia última de la experiencia alucinógena, sino la posibilidad, aunque sea ilusoria y temporal, del desenfreno sensitivo? Debemos reconocer que la profusión emocional y los despliegues psicotrópicos del proyecto presagian una evolución emocionante. Las abundantes referencias —conscientes o inconscientes— colman el disco de una familiaridad sugestiva que propicia, antes que una amalgama extática de viajes y quimeras, un gran homenaje a la escena clásica del rock. En ese sentido, Vecinos Psicodélicos es muchos discos a la vez, pero es, sobre todo, un paraíso artificial.


Canciones favoritas: "Poor Silverio", "1980 Summer", "Chametla"

Menos preferidas: "Nena", "Vecinos Psicodélicos", "La Tongue"


* Disclaimer: la calificación de ésta, así como la de todas nuestras reseñas, está en una escala del 1 al 7

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